PAISAJES TURÍSTICOS

           Una parte muy importante de la costa mediterránea de Marruecos comprendida entre las fronteras de ese país con España y Argelia, se ha visto sometida durante las últimas décadas a una profunda transformación paisajística y funcional, provocada, esencialmente, por la proliferación de múltiples urbanizaciones y equipamientos asociados al uso turístico emergente en todo el país. Como línea estratégica de desarrollo, el turismo estaba ya presente en la política económica que se aplicó a partir de 1964 bajo el reinado de Hassan II, después de que los expertos del Banco Mundial recomendaran a Marruecos el abandono de la vía industrial y la apuesta por el turismo como mejor opción para garantizar el crecimiento económico y salir del subdesarrollo. Sin embargo, una serie de circunstancias, tanto de índole nacional como internacional, ralentizaron la puesta en marcha de esta opción, que quedó en vía muerta hasta que se superaron los duros efectos de la crisis económica de 1973. Muchos años después, tras la subida al trono de Mohamed VI, a mediados de 1999, de nuevo los analistas internacionales a los que el nuevo régimen marroquí encargó distintos estudios de prospectiva económica, volvieron a apostar por la potenciación del turismo como mejor forma de superar los graves problemas socioeconómicos a los que se enfrentaba la monarquía halauita. En uno de esos trabajos se afirmaba con rotundidad que la decadencia de algunos sectores económicos de implantación tradicional como el textil, cuya pérdida de empleo resultaba alarmante, solo podía contrarrestarse mediante la potenciación del turismo: “el textil está muerto, viva el turismo”, llegó a advertirse con frase harto elocuente en alguno de esos informes.

        Aunque la expansión de la infraestructura turística en la zona de estudio ya era notoria en esos momentos finiseculares, desde entonces hasta hoy ha conocido un desarrollo fulgurante que se ha traducido en la proliferación de urbanizaciones y complejos hoteleros de variado tamaño a lo largo de la primera línea del frente costero, ocupada en muchos casos por viejas instalaciones militares completamente obsoletas. Este espectacular desarrollo del turismo no cabe duda que ha contribuido a mejorar de manera ostensible los niveles de empleo en una región fuertemente castigada desde antiguo por el desempleo crónico, en la que la emigración definitiva a Europa empezó a causar verdaderos estragos a partir de los años centrales del siglo XX Los miles de puestos de trabajo que ha generado el sector de la construcción durante estos últimos años, aunque no han acabado del todo con los movimientos migratorios, si han servido, al menos, para aligerar la fuerte presión social que venía sufriendo toda esta zona, abandonada a su suerte durante décadas. A éstos se les han unido los empleos directos e indirectos que se han creado en los establecimientos turísticos una vez que han entrado en funcionamiento. Por tanto puede asegurarse que desde una perspectiva social la emergencia turística ha supuesto un gran alivio en una región muy tensionada por las escasas oportunidades laborales que se ofrecían a su población activa así como por la inexistencia de cualquier oportunidad para la creación de riqueza.

     No podemos decir lo mismo si analizamos el desarrollo turístico desde una perspectiva medioambiental. Hasta el momento los costes de esa expansión resultan muy elevados y, lo que es peor, amenazan con seguir creciendo en un futuro inmediato sino se adoptan las medidas pertinentes para minimizar los impactos ecológicos y paisajísticos que siempre trae aparejada la proliferación de infraestructuras y equipamientos en entornos naturales frágiles como el del litoral mediterráneo marroquí. Incluso aquellos fragmentos de este peculiar ámbito geográfico que se han mantenido en un mejor estado de conservación hasta la fecha, bien por su escabrosidad o por su inaccesibilidad, pueden acabar sucumbiendo en los próximos años ante la enorme presión que hoy ejercen los poderosos agentes urbanísticos nacionales e internacionales que operan en la región. En este sentido, Marruecos cuenta con la gran ventaja que se deriva de poder analizar críticamente el modelo de expansión turística que ha tenido lugar en la orilla norte del Mediterráneo, y de una forma muy especial en España, con el fin de aprender de sus aciertos y desechar los errores que a medio y largo plazo tan perniciosos están resultando para la imagen turística del destino.

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