Igual que en la energía
solar térmica, ésta consiste en el aprovechamiento directo de la radiación solar. Sin
embargo, es un aprovechamiento totalmente distinto, tanto en sus fundamentos físicos como
en sus técnicas, resultados y aplicaciones6. En este caso se trata de la producción de energía eléctrica
directamente a partir de la radiación solar mediante el llamado efecto fotovoltaico, sin
procesos químicos ni mecanismos. Es decir, de forma totalmente estática desde una
perspectiva tanto física como química.
El dispositivo capaz de realizar esta conversión es la célula fotovoltaica. Dispositivo simple (un disco de silicio de
solo unas décimas de milímetro de espesor y unos cuantos centímetros cuadrados de
superficie con unos contactos metálicos en cada una de las capas) pero con un
funcionamiento basado en fundamentos físicos complejos, y que requieren procesos
tecnológicos para su fabricación igualmente complejos y costosos. El resultado
final es que la célula solar se comporta como una pequeña batería de unos 0.5
V cuando recibe radiación luminosa.
La situación es de madurez en la fabricación de módulos
fotovoltaicos e incluso una de sus aplicaciones -la electrificación de sistemas aislados:
pequeños emplazamientos rurales, comunicaciones, etc.-, es hoy día totalmente
competitiva en el mercado. Sin embargo, esta fuente de energía tiene todavía
grandes retos que afrontar, tanto en investigación y desarrollo como en difusión y
búsqueda de nuevas aplicaciones para conseguir un mercado amplio y superar el mayor
inconveniente que tiene frente a la producción de electricidad convencional: su elevado
precio en relación a su rendimiento.
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Peña, Alfonso Gómez Segura, Raquel de Torres Catalán. |
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Célula fotovoltaica
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